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Fez fue la primera ciudad marroquí donde hubo oficialmente el primer barrio judío de Marruecos. Se dice que el terreno donde se instaló había sido antes una salina (en árabe al-Mallah) y que de ahí derivó El Mellah, la palabra con la que se nombran los barrios judíos de Marruecos.

Los judíos, asentados después de su expulsión de España, debían pagar grandes impuestos al sultán por su protección y acogida aunque los más doctos llegaron a trabajar de consejeros o embajadores reales.

Los barrios judíos de Marruecos

Moulay Abdallah, de la dinastía saadí, que había trasladado la capital del imperio a Marrakech permitió que los judíos se instalasen en la ciudad pero, para evitar conflictos con la población musulmana, les situó en una zona junto al Palacio Real.

Este barrio, creado en 1558, estaba amurallado y tenía dos puertas custodiadas por soldados que las cerraban por la noche. Estas puertas eran la única conexión con la medina y por las noches nadie podía entrar o salir del barrio hasta el día siguiente. Por esto los judíos tenían dentro del Mellah su propio mercado, sus sinagogas y un cementerio.

La población judía del Mellah de Marrakech llegó a las 16.000 personas. Este hacinamiento y la aaguda discriminación trajo la pobreza al barrio.  A los judíos no se les permitía tener tierras ni viviendas fuera del Mellah y tenían prohibido, entre otras cosas, montar a caballo. Sólo los consejeros del rey y los ricos comerciantes vivían cómodamente mientras el resto de la comunidad empeoraba gradualmente su situación.

Hoy en día apenas quedan unos trescientos judíos en Marrakech casi todos en la zona de Gueliz y ya muy ancianos. La mayoría de los judíos dejaron Marruecos tras la constitución del estado de Israel en los años cincuenta. A partir de entonces el Mellah comenzó a estar habitado por musulmanes.

El pueblo judío siempre fue famoso por sus trabajos de artesanía y en especial con los metales, lo que ayudó significativamente a embellecer la ciudad. Gran cantidad de objetos y mobiliario judío se expone actualmente en el Museo de Marrakech.

Al pasear por el Mellah de Marrakech, sientes como si se hubiese parado el tiempo. Sigue siendo una zona pobre de callejuelas y edificios descascarillados pero su antiguo mercado cubierto es uno de los más activos de la ciudad. Suele ser el mercado con mejores precios de Marrakech pues está orientado a la clientela local y no tanto al turismo.

Se puede entrar al barrio por la Place des Ferblantiers (kzabria) que fue restaurada hace unos años. Esta plaza con palmeras y una fuente central está rodeada de talleres de artesanos mayoritariamente del metal y la forja. Allí podemos encontrar unos cuantos pequeños restaurantes que ofrecen sobre todo carne a la brasa y suelen poner unas ricas lentejas como aperitivo. También hay un restaurante de cocina internacional, el Kosybar, con una terraza muy bonita done por la noche suele haber música en directo y se sirve alcohol. En esta plaza se encuentra una de las entradas al Mellah y a un lado está la kyssaria (mercado cubierto) de los joyeros con unas cuarenta tiendas. Aquí se encontraban los mejores artesanos joyeros, judíos por supuesto.

Justo en frente está el mercado más antiguo del barrio, el zoco de las especias. Caminar entre sus puestos es una experiencia llena de colores y olores: azafrán, comino, coriandro, bolsas de hierbas aromáticas o medicinales, frutos secos, remedios para la piel, piedras de alumbre, perfumes, jabones… También es muy conocida la zona de los tejidos con toda clase abalorios y complementos para la costura.

Cementerio judío de Marrakech

El Miâara, el cementerio judío, es una sucesión de túmulos rectangulares de diferentes tamaños pegado a la muralla de la medina. Llama la atención ver algunas lápidas con fechas recientes en un recinto que parece abandonado.

Aún funcionan dos sinagogas en Marrakech: Negidim y Alzama, pero no es fácil encontrarlas entre las callejuelas del Mellah porque no hay nada que nos haga pensar lo que son.

Iremos hablando de otras Mellahs de Marruecos y de algunas ciudades especiales como Safi,  donde no había divisiones por barrios y todas las religiones vivían juntas.

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